26 enero 2009

RENGLONES PERDIDOS (Un potaje de berros vegetariano)


Hoy me ha dado por recordar los trozos sueltos de papel en que se ha ido escribiendo mi vida. De pequeña, en el colegio, dejaba notas a mi amiga Gladys, pegadas con chicle bazoka en el bajo de su pupitre, o entre las hojas de su libreta de hule azul.
Des-savia-ndome en papelotes de cuadritos, en aquellos viejos de dos rayas, que no te dejaban expresarte apenas, tan espaciados habían puesto los pasillos de escribir o en renglones torcidos sobre papeles sin guías, mi vida se fue quedando ya desde entonces en papeles perdidos, sueltos, en las papeleras, llevados por el viento, perdidos en libros viejos.
Trozos de algodón que a veces el niño incordio de la clase se encargaba de airear a quien lo quisiera oir, hasta que mi Manolito en secreto, el Manolito de Gladys para el general, siempre el número 7, siempre sentado a mi espalda, con su aplomo de grande siempre y su enorme ternura, lo rescataba para mí y mirándome a los ojos me lo pasaba rozándome con las yemas redondas de sus dedos perfectos, sonriéndome y diciéndome: no hagas caso, todo está bien.
Servilletas dobladas, márgenes de publicidad, sobres ya usados, normalmente en fondo blanco y a trazos de cualquier color. Aprendiendo a escribir, aprendiendo a firmar, haciendo listas de compras, cartas a los Reyes, listas de grandes verdades que olvidaba al terminar de redactar, principios, finales, intermedios... Trozos de conversaciones que en muchas ocasiones no llegué a tener, asteriscos sobre lecturas, sobre palabras cazadas al vuelo, sobre eso que no te había entendido bien y pretendía aclarar. Cartas sin remitente ni sello, sin enviar. Cartas enviadas después de pasadas a limpio, en una insegura caligrafía de máquina olivetti mecánica de antaño, sin "a", porque no me llegaba la fuerza del meñique para marcar.
En los márgenes de los cuadernos: números de teléfono, propósitos de enmienda, descripciones de la naturaleza mientras esperaba la guagua que pasaba de hora en hora y media. Frases certeras para abrir una disertación que presumía de tanto interés y que luego quedaba olvidada en el bolsillo trasero del vaquero o en la bolsa de los retales. Tickets de la compra del super con bocetos de disfraces, soluciones para los tocados imposibles, medidas cogidas a vuela cinta, precios del adorno al biés. Frases siempre apasionadas, exageradas, como la vida, en el baúl de los mails no enviados, de los sms no terminados, de los correos devueltos. Jirones de mí que van quedando por ahí en botellas lanzadas al mar, en piedras rayadas de tiza, en tu buzón, en un blog que se actualiza una y otra vez borrando mis huellas. Pero yo existo, políticamente correcta o no, soy aunque esas líneas desaparezcan.

Aún hoy soy capaz de recordar mis influencias, y sé que el origen de este potaje en mi mesa viene de mis breves paseos por La Gomera. Allí no hay muchos restaurantes, las carreteras sessssssseantes a veces te hacen desesperar por un parón, un respiro, un apartadero donde poderte bajar, estirar las piernas y que la cabeza recupere el equilibrio. En muchos de los sitios donde puedas hacerlo, olerá de manera diferente. Me costó tiempo identificar de donde procedía ese tufillo que se te cuela.
Enganchada como estoy a esas montañas, a su vegetación, a los paisajes de un eterno cuento de navidad isleña con casitas perdidas en los fondos de los barrancos, con accesos imposibles y palmerales por doquier, fue fácil fundirme también en sus pocos bares de carretera y pedir siempre (pero siempre para cenar o comer) un potaje de berros que no había probado nunca sino allí. Una tapa de queso. Y de postre una galleta gomera (da igual las que tengan en el lugar que siempre estará buena).
Una de las veces que llegué a casa, me propuse bucear en ese sabor. Me costó encontrar los berros y preguntar un poco a mis conocidos. No siendo un potaje tan completo como el canarión, a mí me gustaba mucho más. Podía distinguir el sabor y hasta ver, la papa, la piña, el ñame, la calabaza, la judía blanca, la costilla salada y el verde. Pero no estaba segura.
Así que unas cuantas veces probé según leí y al final descubrí de dónde venía el olor. No era la costilla, no, sino los berros con un toque de comino y a poder ser de cilantro también. Así que simplificando, simplificando, y cuando quiero viajar con el gusto y el olfato a la isla colombina, cuando me quiero dar un homenaje y disfrutar, hago este potaje de berros, que no tiene quizá lo que tiene cuando lo comes allí entre mareo y mareo, pero que conserva ese intenso aire gomero y me lleva sin tener que pasar por el agobio de viajar en avionetas donde no puedes entrar erguido.
UN POTAJE DE BERROS VEGETARIANO

Resumiendo: En una olla o caldero poner boniato y papa "rotos" para que engorde luego el potaje con más facilidad, calabaza (cogí de la huerta una de dos kilos, que aproveché también para hacer un flan que luego el futuro agricultor pueda hacer si le apetece), cebolla y ajo picados menudo, chorrito de aceite, caldo de verduras o media pastilla al gusto de esas de hacer sopas y agua, buena cantidad de pimentón dulce y pizca de pimienta, o bien mezcla de pimentón dulce y picante, comino molido y sal. Cocinar hasta guisar, preferiblemente que la verdura se haya deshecho un poco, aunque igual me gusta escachar una cantidad para que coja consistencia el potaje. Cuando ya esté, añadir los berros bien limpios -para mí que se noten un poco los tallos al masticar, así que pongo los ramitos de hojas enteros y dejo un tiempo corto de cocción-, las judías enjuagadas y el millo.

Ya saben que mi tendencia es simplificar y usar lo que tenga en casa en ese momento. Así que aunque no tenía piña de millo (mazorca de maíz) fresca, usé desgranado, como tenía un bote de fabes abierto, lo aproveché. En otras circunstancias, preferiría usar la piña de millo partida en dos o tres trocitos, según el tamaño, que da un sabor bárbaro, y las judías se pueden usar tipo riñón remojadas y guisadas poco a poco... añadir ñame o sustituir el boniato por él, completar con un majado de ajo y cilantro fresco en la última parte del guisado o, si gusta, regarle un poquito de mojo sobre el potaje al servir. Espolvorearle gofio (como se ve en las fotos), por supuesto acompañarlo de queso de cabra fresco, o escaldar un poquito de la harina integral para acompañar (ya subo en el siguiente post cómo, para Marhya en particular -guiño-), dependiendo si hay hambre, será plato único o no.

17 comentarios:

zer0gluten dijo...

Creo que este potaje es de los que entibia el alma. Me recuerda algo al caldo gallego con sus patatas y sus grelos. También tiene un sabor especial.
Me ha encantado saber que no soy la única a la que costaba escribir en esos cuadernos de dos rayas. Los sigo aborreciendo, aunque ni siquiera sé si siguen existiendo. Me has recordado lo tierna que me puse el otro día cuando encontré una nota al Ratón Pérez escrita de mi puño y letra. Tomé conciencia del tiempo. Dentro de poco tendré que guardar yo esas notas escritas por mis hijos. Recopilar los trozos de su vida en papel.
Besitos

Anónimo dijo...

Hola :-))

Cuántos recuerdos dejamos a lo largo de nuestra vida reflejados en el papel. Hace poquito haciendo limpieza encontré en un archivo unas libretas de cuando era pequeñina , con unos dibujos y una explicación de lo que significaban (menos mal, porque lo que es dibujar cero patatero jeje)........enfin que me gustó echar la vista atrás y recordar momentos maravillosos de mi niñez.

El potaje desdeluego se ve exquisito , ojalá tuviera oportunidad algún dia de ir a probarlo ahi......mientras , me conformaré con tomar buena nota de tu receta y tratar de hacerlo lo mas parecido a ti.

Mil besos .

Bego.

Anónimo dijo...

Cosa rica! y con su berros judia y todo.La verda que apetece muchisimo en esta epoca de frio.Madre mia se sale de la foto....y como lo has preparado!!.yo guardo esa notas escrita por mi hijas.jeje,beso de Humita

dewinter dijo...

Me imagino tu voz, calida, cantarina, surgiendo entre nubes de olores de todos los colores.
Leerte me ha llevado al pupitre aquel en el que veía pasar las horas, entonces tan largas, mientras derramaba el alma en versos imposibles, presintiendo palabras que no conocía, inventando extraños alfabetos para poder hablar en clave con aquella única amiga, que hace tanto dejó de serlo...
Me haces llegar aromas y recuerdos, unidos por tus palabras. Y ahora desearia no haberme desecho de tanto como vamos dejando en el camino, tanta palabra olvidada en papeles quemados...
Del potaje, ni comento...humea... que rico... Tal vez, si encuentro parte de los ingredientes y parte de la paciencia para un guiso chup chup, me anime y lo intente.
Un beso

Mesilda dijo...

El potage este tiene que ser de los que te saltan las lagrimas al comerlo,madre mia como esta¡la foto abla por si sola.
Tus recuerdos me hacen recordar los mios,parece que fue el otro dia cuando escribia en los cuadernos de dos rayas y ya tengo los de mis hijos en el baul de los recuerdos un monton de años guardados,en fin.... menos mal que los recuerdos son preciosos y nos acordamos de las cosas buenas y las malas quedan en el olvido. Un beso.

Unknown dijo...

Hola Adormidera!
reconfortante potaje para la que está cayendo aquí...
Nada mejor que un potaje esperándonos en la cocina para ayudarnos a refugiar -de "lo de afuera"- en el plácido hogar.
Yo dejo mi huella escrita desde los 7 años. Pero hace un par, hice un trabajo de higiene mental y destruí todo lo negativo, sólo recuerdos positivos... No sé si es casualidad, pero desde entonces soy más feliz.
Un besazo

Anónimo dijo...

Qué buena pinta. Nunca he comido los berros cocinados, sólo en crudo.

Sobre los retazos de papel recuerdo especialmente los que intercambiaba con mi amiga y compañera ainhoa en clase. Con todo el descaro cogíamos un folio y nos lo íbamos pasando, como quien toma apuntes y se los pasa a una compañera. Era la única chica de mi clase y sólo en unas pocas asignaturas tenía compañía femenina, la de ainhoa, que tenía el resto combalidadas. Durante mucho tiempo guardé las hojas (auténticos testamentos unas veces, listas de cosas que nos apetecería hacer otras, planes de futuro y hasta relatos a medias con nuestras amigas por protagonistas que luego compartíamos a la hora del descanso) en cajas de zapatos hasta que en una de tantas mudanzas acabaron falleciendo. A ratos me ha dado pena haberme deshecho de ellos, aunque sé que no es algo que leería salvo en cada limpieza general, si acaso. Tampoco sé si sería un ejercicio de nostalgia positivo y tal vez sea mejor recordar lo que recuerdo que no cada coma y cada letra y cada parida de adolescente que compartíamos conteniendo la risa, porque de éste modo recuerdo la magia y no lo tangible.
¡Mira que siempre me hacen soltar unas parrafadas tus letras! jejeje.
Besitos.

tanci dijo...

¡Perfecto!. Si además del gofio y el queso le añades un casco de cebolla en el momento de irlo a degustar... pues tanto mejor. Si además lo comes cuando llueve, mejor todavía y si echándole mucho gofio te quedara muy "amasucado", le pones un chorrito de leche y...bueno también.
Que me abres el apetito y que no quiero escribir en ni con renglones torcidos.
Besos

Pilar Gil dijo...

Leerte es siempre un placer, sobre todo porque con tus recuerdos avivas los míos. Obligarme a enderezar mis letras libres entre dos líneas hizo que utilizara, como tu, trozos de cualquier cosa para plasmas en ellos mis poemas de amor adolescente. Hasta hoy ha llegado esa manía de escribir notitas, de rayar sobres vacíos con líneas que se cruzan mientras hablo por teléfono, de dibujar muñecas "morrudas" de perfil.
Además me has recordado un libro que me encanta:
Los renglones torcidos de Dios, de Torcuato Luca de Tena.
En cuanto al potaje, siempre bueno en estos días.... pero me quedo con tu palabra.
Un beso muy gordo

alinitaxula dijo...

No veas el antojo que tengo de tu potaje más en este día otra vez lloviendo¡¡¡¡
tus letras como siempre nos hacen evocar nuestros propios recuerdos ...
besines
alinita

Anónimo dijo...

El magnífico chicle bazooka de tan peculiar sabor.
Me lo ha rcordado ahora la lectura de tu post.
(ah, el chicle Dunkin nunca me gustó, no era lo mismo.

Nina Maguid dijo...

Hola Adormidera, acabo de volver de tu viaje, qué manera tienes de introducirnos en tu vida que, a fin de cuentas, es la Vida.
La receta llega como el final de un concierto sinfónico, un redondeo vehemente de todo lo anterior que te deja una emoción más profunda y duradera.
Me veo en tu potaje, como en tu lenguaje canario tan familiar en América.
Causalidad de causalidades, no había podido entrar a tu blog (vengo solamente cuando tengo tiempo para disfrutarlo) hasta este momento, segundos después de que mi marido dijera que le apetece un potaje. Oh, hilos de la telaraña mágica!
Lo haré esta noche si consigo los berros, y serás la invitada de honor en nuestra mesa.
Gracias por elevarme, a tu altura todo es más rico.
Besoabrazo.

Adormidera dijo...

ZEROG.supongo que guardarás algunas pero estas que yo digo, intentarán escondértelas a tí, serán sólo suyas y si acaso las encontraras por azar, te tocaría callar como si no hubieras visto nada. No sé, creo que eso hizo mi madre y yo se lo sigo agradeciendo.
Yo tampoco sé si siguen existiendo esas libretas, dios, era una cruz!!! Para mí que estaban preparadas para superdotados o alineados o algo que nunca fui.
Un besito y gracias por seguir siempre por aquí.

SAMI,yo fui más de papeles sueltos y las libretas fueron cayendo en distintos cambios de casa. Las primerísimas de la infancia y la adolescencia, aún andan en cajas de bombones en casa de mi madre, con las postales de navidad y algún regalo de entonces. De vez en cuando entre lo que yo llevaba de un sitio a otro, tocó hacer limpieza, pero aunque no volví a leer, desprenderme era como desprender parte de mí misma. Siempre me costó. Así que fue haciéndose poco a poco, y siempre guardando "algo"
Me alegra que te guste el potaje, de veras está muy rico.
Gracias. Un beso.

HUMITA, en invierno potajes y en verano ensaladas. Yo resumiría mi vida así. Tienes niñas en la casa?? jejejeej, me da que los papelitos de las chicas tienen otra enjundia. Y que me disculpen los caballeros.
Un abrazo

A mí la amistad me la arrebató la edad, las drogas. Pero sé que alguna vez pregunta a mi madre por mí. Por otra parte, cuando los caminos se separan, casi mejor no volverlos a entroncar. Yo lo intenté con alguien este verano y no funcionó. Pero ¡¡qué tontada!! Ahora hablo así porque aún no amaneció. Sé que si volviera encontrarme en la misma situación y con la misma amiga, volvería a intentarlo otra vez. REBECA, ¿recuerdas esos días que tú te quedas sin saber que decir? A mí me pasa estos días, así que no puedo responder como se merece ese comentario. Sólo sepas que me llegó y lo tengo ahí, atascado en el pecho y pugnando por derramarse de los ojos. Cuando recupere la capacidad de canalizar esa energía hacia la mente y los dedos, te diré...
No temas hacer el potaje aunque no haga chup-chup, hay truquis. Puedes hacer la primera parte del guiso en olla exprés, en nada lo tendrás. Escachas un poquito de la verdura que habrás "chascado" más que partido en distintos tamaños, así los trozos más chiquitos se desharán dando consistencia al caldo, y le añades el resto ya sin poner la válvula. Como puedes usar judías ya guisadas y millo idem, pues sólo es dejarlo un ratito, darle alguna vuelta para que no se pegue, se cocine el verde y ya.
Un abrazo siempre apretado para tí.

MESILDA, así de perfectos somos, que tenemos esa capacidad de superar recordando sólo lo bueno, y yo diría más, transformando en bueno lo que entonces quizá nos estaba doliendo.
Un beso y gracias por la visita.

CALOHE, como comentaba con Mesilda, a mí me alucina la capacidad de superar recordando sólo lo bueno. Supongo que si no ocurre normalmente, habría que hacer ejercicio de choque y terminar con todos esos viejos cuadernos. A mí por ahora no me ha hecho falta, algunos han ido cayendo por casualidad, otros por hacer espacio, otros en pérdidas fortuitas. Pero me guardo siempre cosas, son parte de mí y aunque no las vuelva a desempolvar, me gusta que estén ahí, acumulando encima vivencias nuevas y sosteniendo a otras más tarde llegarán. Creo que todo tiene su proceso, todo va quedando relegado naturalmente, me molesta que me lo arrebaten antes de ese tiempo debido, que me devuelvan las cartas viejas o saber que se destruyen.
Un abrazo desde dentro, que sigue haciendo mucho frío fuera.

Adormidera dijo...

jajajjaja, MARHYA, tu garganta te lo agradecerá. Parrafada escrita, parrafada hablada que se ahorran tus cuerdas vocales.
A veces está bien recordar "paridas", jajajaja. Yo creo que todavía las sigo haciendo-pensando a poco que me acompañe algún loc@. No decían que la adolescencia era una etapa de la vida, jolínnnnnnn, a ver cuando consigo aprobar y sigo creciendo yo.
Un beso, niña.
Ahhh, y prueba los berros, me parece que te gustarán.

TANCI, hoy desayunaré con leche y gofio, ea!!! Que luego se lo voy a subir también a María y a quién quiera aprender. De cualquier forma no es raro. Lo hago muchas veces. ¿Tú, con cacao o café?
Buen día. Un abrazo.

PILAR, me gusta esta "cadena de recuerdos" y todos despotricando contra los cuadernos de dos rayas. ¡Cuánto mal hicieron contra la libre expresión!, jajajajaja
Acepto el gordo y lo doblo.

ALINITA, es que menudo invierno están teniendo. Platos de potajes estaría yo comiendo todos los días de estar ahí, de grelos y caldo y más grelos y cachelos y más caldo. oiggggg, como un botijo me iba a poner.
Un beso calentito de estufa, porque esta mañana tampoco da para mucho más.

ELO, el Dunkin no lo recuerdo yo. El "doblemint" (no recuerdo como se escribe) de fresa o de plátano sí, que estaban más acordes con el tamaño de mi boca y dientes, jajajaja. Menudo era el bazooka, que había que masticarlo a trozos, pero... como cundía...
Un saludito, niño.

Abrazobeso NINA. Uhm, me ha gustado ese término. Justo ayer escribía yo en una visita que me gustan los besos como abrazos... pero bueno, esto es tema para otro post.
¿O es siempre el mismo tema?
Graciasss

Kako dijo...

Que rico potaje Adormilera, sabes que se me hizo agua la boca y es que es invierno y nunca tomamos potajes, pienso que, como a tí con la carne, estoy baja en sopitas gustosas y apetitosas como la tuya.
Siempre es un placer dar un paseo por tu cocina, sana y equilibrada, como a mi me gusta.
Cariños.

Juan Hernández dijo...

Hola Adormidera. A todos nos quedan esos recuerdos a mi no de tan niño, no hace mucho encontré, en un baúl olvidado, todos los problemas de una año de preparación, de física, geometría y análisis matemático, tres carpetas, y eso me llevó a aquel tiempo y también a concienciarme de lo rápido que pasa. Ha sido como un flash, al leer tu relato.
Del potaje, solo decirte que como siempre un acierto, de los que calienta el cuerpo y los sentimientos.
Saludos

Toñi Sempere dijo...

Me has hecho recordar con tu relato que , a veces ordenando cosas, entre los libros de la facultad, encontré notas semejantes a las que dices, apuntes a la orilla de la hoja, cosas subrayadas que te hacen recordar momentos vividos...
Es una pena que ya no se escriban cartas por ejemplo, como antes, a mi me gusta guardar esas cosas , sirven para recordar y a veces refrescar sentimientos.
El plato de cuchara , me apunto la primera, me gusta de principio a fin, soy de cuchara totalmente.

un beso