Anoche se fue la luz , no veías mi mirada desde las sombras cuando me acerqué. Una botella de ron a mano, un vaso y la llama de la vela disputaban tu atención. “Es dura la vida a veces, injusto y poco el digno el sufrimiento... no me gusta” - leía en el acuoso de tu vista perdida. Supe de tu dolor como siempre he sabido, porque es prácticamente “siempre” el tiempo que llevo a tu lado observándote sin decir, quizá, lo que necesitabas oír.
Me acerqué a tu espalda y sonreíste al verme, quise llevarte al salón, junto al fuego y aunque no lo dije junto a mí. Quise compartir el Aldea y que nos diéramos un abrazo. Te besé. Diste un pinche. Me pregunto desde cuando te sorprende mi amor pero no te digo nada. Siempre fue así entre los dos, sin muchas palabras, crecimos enseñándonos mutuamente cómo debía ser y fuimos forjando un lenguaje de silencios. Nos enseñamos que valía con creer, sin dudas, sin preguntas y así ha sido. No necesito saber si algunas veces sientes frío entre nuestras sábanas, o suspiras al darte la vuelta por una caricia que no llega, no debe ser importante para ti si nunca nos lo hemos dicho.
Sigues empeñado en la vela y yo tengo frío. “Vuelvo al salón", te digo, "tienes cena en la cocina” Me callo que te quiero y me voy a dormitar. Sé que verás mi beso en tu plato, siempre ha sido así, nunca has pedido más(?).
INGREDIENTES:
Champiñones al ajillo (oliva, champiñones, ajos, perejil y sal)
Huevos
Arroz blanco
Creo que la foto dice el resto. Hago los champis en una sartén pequeñita, agrupo y casco el huevo que se irá haciendo medio a la plancha, con los champis cuajándose con la clara. Juego con alguna gotita suelta de aceite que vuelco sobre la yema, lo salo si es para alguno de gustos extremos, yo creo que no lo necesita, y ya.
Para servir, coloco sobre una montañita de arroz o con pan de sobra si gusta sopetear. Para mi es imprescindible el arroz que empapa y suaviza la fuerza de los ajos , la sal y el mismo huevo.