13 noviembre 2008

HOY LO COMPRENDÍ

Hoy me ha pasado una cosa curiosa de vuelta a casa en avión. Estaba un poco cansada, con leve dolor y vacío de cabeza que me recordaba ese “flotar” cuando vives una situación desagradable que te sobrepasa, no pensaba sino que quería estar ya en terreno conocido, que esa media hora pasara sin darme cuenta.
En un instante, no sé si me habría quedado traspuesta, me vi cayendo no en el mar gris real, sino en un mar de plumas de color violeta. Justo esta mañana miraba en un patio la combinación en distintas plantas del amarillo y ese color muy oscuro. Supongo sería por eso. Caía a cámara lenta en ese mullido abrazo. El piloto decía que volábamos a tres mil y pico metros sobre el nivel del mar, pero a mí me parecía un salto corto a ese colchón blando y fantasioso.
Inmediatamente sonreí dándome cuenta de la relación.
Quise que el malestar pasara y me acordé de lo que alguien me dijo la madrugada pasada, que teníamos la costumbre de vivir las cosas a nivel de corazón, muy arriba, sentir la opresión en el pecho, la cabeza y la garganta, respirar mal, sentir el sofoco, llorar. Quería sentirlo de otra manera, dejar de notar el dolor y el vacío, intenté llegar de una manera tosca a la barriga, como sumergiéndome. Sentía los brazos pesados, laxos y entonces lo comprendí.
Comprendí lo que me han dicho dos personas en mi vida, que sintieron la paz pensando en desaparecer, en parar el ritmo de la respiración, en terminar. Jamás había podido entenderlo, ni a nivel emocional ni a nivel intelectual. Me negué siempre a aceptar que alguien pudiera experimentar paz ante ese tema. En un instante pensé que si el avión caía, yo no tenía deudas pendientes con nadie, nadie me necesitaba para salir adelante y yo había vivido lo suficiente para no experimentar desazón por algo que no haya llegado. Y lo entendí. Por primera vez en mi vida, y en ese momento justo, me di cuenta que tenía lo suficiente para irme con dulzura.
El avión se movió, pero sólo después de ésto. No tengo miedo, esas sacudidas no me inmutarían de ninguna manera. Pero igualmente los viví desde otro pensamiento.

El aterrizaje me arrancó de esta paz. Hubiera querido que el vuelo no terminara, el paseo entre las nubes siguiera y siguiera. No tenía prisa por llegar a ningún lugar ni planes pendientes.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Será mejor que la proxima vez vayas en barco, a poder ser de vela, solo bitácora, sextante y estrellas.
Dejate de alucinaciones blancas y violetas.
¿Quien iba a perparar esos platos de alimentos de corazón y alma?
¡Muchacha!!!!!

Adormidera dijo...

Será que hoy no tengo hambre

Anónimo dijo...

Adormidera, aunque haya acabado el viaje, qué gusto sentir esa libertad por un instante porque ahora ya lo sabes, sabes que tienes esa libertad, que está ahí, y cuando lo necesites puedes pensar en ello ya sin peligros, pero sentirlo auqneu sea en tu casita bien resguardada, recearte en ello, esa satisfacción de saber que está todo bien en tu vida y el perder el miedo a una situación límite de peligro... o al menso yo lo veo así, no lo sé.
Un beso.

Anónimo dijo...

Por dios, qué de faltas tengo de letras que se me saltan de lugar!! Perdón y espero que se entienda.
Otro besito.

Adormidera dijo...

Fue una experiencia diferente, Marhya.
Después he intentado sentir otra vez a nivel de la barriga porque lo que cambió en ese viaje aún me tiene aturdida, pero cuesta mucho.
Me dicen que sólo hay que hacerlo, pero supongo que es una técnica que rocé pero no controlo.
Ojalá pudiera hacerlo tan fácilmente.