02 marzo 2009

NO te conozco, mascarita.

(últimas horas del 28 de febrero de 2009. S/C de la Palma)
Sábado de piñata en Santa Cruz.
Miles de desconocidos a mi alrededor.
Brujas, piratas, viejas, políticos, aviadores, bomberos, geishas, luchadores de sumo, hombres, mujeres, "Chonas", macetas, platanitos, payasos, trapecistas, bailarinas... mascaritas.
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Se busca una de color rosa. Se perdió tras el apagón de la música entre el recinto del carnaval y el "Sputnik".
De complexión normal, 1,70 de altura, delgado, torneado, de movimientos y baile suave.
Última vestimenta con que se le vio: vestido de tirantes fucsia, sombrero pequeño de plumas del mismo color, guantes negros, medias de rejilla y antifaz de plata y lentejuelas.
Sin más señas que un tatuaje con formas de arabesco en el brazo derecho y una bolsa en bandolera, ojos vivos y labios expresivos. Sin edad, mudo o voluntariamente silencioso...

Buena parte de la noche me tropecé con su acompasado ritmo, y mirara donde mirara, ahí estaba su color familiar y tranquilizador entre la multitud, su sonrisa y su mano enguantada. De repente la música cesó y no dio tiempo de replantear los pasos.
Yo simplemente dije un primer "adiós" cuando él decía "¡No!" con la cabeza y el acuoso de los ojos.

Tenía razón... fue hasta el siguiente local. Pero otra vez allí se hizo el silencio.

Nueva migración hasta el bar de la esquina, vista en el suelo, movimiento al des-ritmo, y nuevamente el principio de su vestido en mi retina, los pasos de su baile siguiéndome, encontronazo de miradas y, ahora ya, risas abiertas. "¿qué pretendes, cerrarme todos los locales que piso?". Fruncido de labios y al oído un "espero que no, es muy temprano aún".
Después de bailar varias veces esta canción y cuando ya echaban al personal, me fui sin preguntarle quién era... Lo dejé sentado justo cuando se levantaba el antifaz y me pedía "cuídate" apretándome el antebrazo. Pero no consigo recordar su cara. Sólo una mirada profunda e intensa y un rictus de aceptación. A los pocos pasos y al doblar la esquina, me giré. Allí seguía el rosa diciéndome adiós con un gesto y, otra vez, una mirada sin palabras.
Hoy se busca cara para darle las gracias y reservar ya un baile para el próximo carnaval (D. quiera).
(Después de amanecer. Santa Cruz de la Palma, 1 de marzo de 2009)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Coincidiendo.
Está claro que miraba dentro, como siempre.
Seguramente no vio lo que quería.

Ya me gustaría encontrarme con su risueña mirada.

Anónimo dijo...

Lo que cunde el carnaval y lo bien que se pasa.
Besitos, sigue disfrutando.

Nina Maguid dijo...

Una mascarita que inspira planes para el año próximo es mucha mascarita, espero que aparezca antes del carnaval. Si tan sólo leyera este post...

Adormidera dijo...

Las mascaritas siempre son la promesa y la negación. Son el todo y la nada.
A saber lo que habrá detrás de aquella máscara.
¿Aire?
Desde luego yo no podré reconocerla, y eso me recuerda los cuentos de vampiros que leí de siempre. Aquellas noches de carnaval veneciano agotadoras, enigmáticas, con fogonazos de recuerdos reales (?) entre brumas febriles.
Abrazos María y Nina. Ka, a veces muerde.

Ana dijo...

Vengo a tu blog y me inunda una sensación de bienestar, no puedo describirla, me atraen tus fotos, tus relatos y tus estupendas comidas....

Un beso guapa!!!